La columna: El Príncipe de nunca jamás

Muy a mi pesar, lamento informar de que Walt Disney nos ha engañado: el Príncipe azul no existe, nunca ha existido y nunca existirá. Desde siempre nos han querido convencer de que tan sólo alcanzaremos el clímax de la felicidad si encontramos nuestra media naranja. Muchas jovencitas así lo creen. Yo solía pensar así, hasta que descubrí que las naranjas se comen, no se unen.



Los poetas son los expertos por excelencia en el amor. Hablan, escriben y recitan sobre unos sentimientos que despiertan en ellos un estado de felicidad. Pero dicha sensación no es eterna sino que se transforma en desesperación cuando el amado nos abandona y quién mejor que demostrarlo que Pablo Neruda en su poema Abeja blanca zumbas ebria...: Soy el desesperado, la palabra sin ecos, el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Arthur Schopenhauer era el del amor en filosofía (aunque no tuvo éxito en ninguna relación). Según él, la voluntad de vivir de los seres humanos se basa en enamorarse de aquellas personas que nos ayudarán a encontrar el equilibrio en nuestra descendencia. Sea como sea, lo que está claro es que el amor verdadero es una falacia. Alguien debería plantearse llevar a los tribunales a Walt Disney, ya que, como he dicho, el Príncipe azul no existe, nunca ha existido y nunca existirá.